6 Comentarios

Recuerdo el nombre de cada uno de mis 25 estudiantes desde el primer día de clases. Se sorprenden. Los aprendo automáticamente en la primera dinámica de presentación. Luego sospechan. Piensan que es una jugada, una trampa de la profesora que los puede llamar por su nombre sin pudor y apenas con 5 minutos de conocerles. Les digo que no sé cómo lo hago. Con el tiempo, y con las clases por Zoom en pandemia, se ha ido diluyendo el don. Espero recuperarlo. Al parecer se convierte en criptonita.

Es más fácil olvidar que recordar, pero ambos ejercicios exigen voluntad. Seleccionamos qué olvidamos - el dolor suele ser el indicador - amparamos los recuerdos, custodiamos escenas o las fragmentamos. Por ejemplo, mi madre tiende a contarnos situaciones de la infancia que no son comparables al registro que yo tengo en mi alma. Estuvimos ahí las dos, sólo que yo he seleccionado olvidar todo lo que ella recuerda. Ambas tenemos la misma voluntad no equiparable. Gracias por compartir el ejercicio. Me atrevo a subir el mio: en este link: https://bit.ly/3yzMc55

Saludos desde Colombia.

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Es un placer leer lo que escribes, eso que sacas hacia afuera desde dentro. Yo soy más de llevar hacia dentro lo de afuera.

Hoy llevas el sombrero de evangelizador del olvido y por eso yo debo figurar en la categoría de gran pagano porque presumo de tener una gran memoria. Recuerdo con exactitud conversaciones de muchos años atrás, detalles, nombres, números y cosas por el estilo. La verdad es que eso me hace sentir como un bicho raro y aunque, en principio, parece algo para presumir, cuando a otras personas les recuerdo aquello que dijeron o hicieron, aunque sea sin ánimo inquisidor, da la sensación de que me he convertido en la voz de su conciencia y ya sabemos que esa vocecita interior a veces resulta odiosa. Uno piensa que a todos les pasa lo mismo hasta que los demás te miran con extrañeza y no se imaginan que se pueda recordar todo con tanto detalle.

Es verdad que, a veces, sería mejor no recordar. ¡Cuánta ofensa! ¡Cuánta injusticia! Solo recordar lo placentero y bondadoso nos evitaría grandes preocupaciones, pero quizá, de esa forma, no existiría el arrepentimiento de aquello que hicimos mal y. por tanto, tampoco la posibilidad de reparar el daño.

Un saludo, Jorge!

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Jorge, si supieras la alegría que me da leer esto a esta hora de la mañana. Tantas ideas nuevas, tanta inspiración... gracias, hermano. Qué generosidad la tuya. PD. Soy Leandro, el amigo de Ángela (la de ryes) por si no me recuerdas (Es broma jejeje)

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Wow! me declaro fan de tu blog y me declaro una feliz olvidadiza y liberada de todo mal y peligro del pasado. Los momentos alegres también se pierden en un mar nebuloso, pero esos no importan tanto porque seguro los disfruté en su momento. Abrazos y no me olvides ;). jajajajaj . Daniela Vidal. Por cierto buenísimo el ejercicio, lo intentaré.

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Muchas gracias por esto Jorge, llegó en un buen momento :) Saludos!

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Gracias a ti por leer, Geraldin. Saludos.

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